Una vez aclarado el problema, es necesario tener clara la meta, distintos colectivos feministas hablan de que el objetivo es que todas las personas vivamos una vida que merezca la pena ser vivida.
Desde luego, el bien-estar, el buen-vivir o el vivir bien son conceptos demasiado amplios para esta guía, pero sí queremos lanzar el mensaje de que es imprescindible poner los cuidados en el centro. Debemos otorgarle la máxima importancia a estas dimensiones de la vida, sacándolas del ámbito privado-doméstico en el que el patriarcado y el capitalismo lo metieron, para entenderlas como lo que son, una cuestión pública. Privatizarlos ha permitido que algunas personas (principalmente hombres adultos blancos) vivan bien a costa de que la mayoría (principalmente las mujeres y niñas afrodescendientes) mal vivan.
La herramienta en la que nos centramos ahora es en la corresponsabilidad como forma de cuidarnos de manera recíproca.


Ahora bien, el género masculino o femenino no es innato, sino que responde a construcciones sociales que van evolucionando en función de la época y la cultura. “¡Incluso las películas de súper machos de los noventa nos chirrían hoy en día! Lo importante de la masculinidad hegemónica es que, aunque cambien sus contenidos, su función de custodio del orden de género se mantiene” (Lionel S. Delgado).
Como veis, la masculinidad tóxica es perjudicial tanto para hombres como para mujeres, la solución es fomentar las Nuevas Masculinidades, concepto que va de la mano de la corresponsabilidad de los cuidados.

