El término trabajo de cuidados hace referencia a todas aquellas tareas necesarias para sostener la vida y que, históricamente, han recaído sobre las mujeres.
Hablamos de una cantidad y una variedad ingente de trabajos que desbordan, con mucho, la atención a la dependencia y a la infancia, pues los “cuidados” abarcan todas aquellas tareas imprescindibles para que la vida continúe funcionando día a día, p.ej.: limpiar la casa, programar todas las labores, ayudar en las tareas de aprendizaje, pagar facturas, cambiar pañales, coordinar, supervisar y planificar el día… con lo que la carga no es sólo física, sino también emocional.
Los cuidados son el proceso de reconstrucción cotidiana del bienestar físico y emocional de todas las personas. Son “todas aquellas actividades que nos sirven en lo cotidiano para regenerar y sostener la vida” (Amaia Pérez Orozco y Alba Artiaga Leiras). Lo que defiende la economía feminista es que todas las personas somos vulnerables (todas necesitamos cuidados de una u otra intensidad diariamente) y, por tanto, interdependientes, lo cual exige que todas estas “labores” sean abordadas desde lo común.